Ni jugando una semana el Caracas FC le hubiera hecho un gol a la Universidad Católica de Chile, por el juego de la Copa Libertadores.
Se combinaron dos factores que le dan validez a esa aseveración: la mala puntería de los atacantes rojos y la gran actuación del arquero Paulo Garcés.
Darío Figueroa tuvo un gris regreso a las canchas cuando erró la primera ocasión. Con el arco casi vacío la echó por arriba.
Luego comenzó el show de Garcés. Evitó un gol de volea de Castellín, le dejó atragantado el grito de gol a Rodrigo Prieto con su remate de cabeza.
Después detuvo un cabezazo de Figueroa. La pelota hubiera entrado de no haber sido porque pegó en el travesaño.
No se omitieron las ocasiones del rival, sólo que no las tuvo. Renny Vega se podía haber ido un rato a la barra del Caracas y su puerta hubiera seguido inmaculada.
Esos "turistas" chilenos que se pasearon por el Olímpico un poco más de hora y media no hicieron muchos esfuerzos por ganar.
Fue el Caracas que tuvo el chance que ganar en la segunda parte cuando Jesús Gómez no supo definir los dos chances que tuvo.
En el primero quedó mano a mano con Garcés, pero su tiro de punta se fue cerca del palo izquierdo.
En el otro, "La Pulga" prefirió la colocación antes que la potencia. Garcés hizo un esfuerzo para atajar la esférica y dictaminar que si la Católica no iba a ganar, tampoco iba a tomar el vuelo a Santiago con una derrota en el equipaje.
Sanvicente, el entrenador del Caracas, trató cambiar el destino al sacar de la cancha a Figueroa y Rodrigo Prieto para colocar a Zamir Valoyes y Alejandro Guerra.
Ambos lo intentaron, pero el Caracas siguió en lo mismo. Dominaba la pelota, se acercaba al área rival y luego de eso más nada.
Católica y Caracas, con 2 y 1 punto, respectivamente, ven el grupo desde el foso. Flamengo y Universidad de Chile se perfilan para clasificar.
Se combinaron dos factores que le dan validez a esa aseveración: la mala puntería de los atacantes rojos y la gran actuación del arquero Paulo Garcés.
Darío Figueroa tuvo un gris regreso a las canchas cuando erró la primera ocasión. Con el arco casi vacío la echó por arriba.
Luego comenzó el show de Garcés. Evitó un gol de volea de Castellín, le dejó atragantado el grito de gol a Rodrigo Prieto con su remate de cabeza.
Después detuvo un cabezazo de Figueroa. La pelota hubiera entrado de no haber sido porque pegó en el travesaño.
No se omitieron las ocasiones del rival, sólo que no las tuvo. Renny Vega se podía haber ido un rato a la barra del Caracas y su puerta hubiera seguido inmaculada.
Esos "turistas" chilenos que se pasearon por el Olímpico un poco más de hora y media no hicieron muchos esfuerzos por ganar.
Fue el Caracas que tuvo el chance que ganar en la segunda parte cuando Jesús Gómez no supo definir los dos chances que tuvo.
En el primero quedó mano a mano con Garcés, pero su tiro de punta se fue cerca del palo izquierdo.
En el otro, "La Pulga" prefirió la colocación antes que la potencia. Garcés hizo un esfuerzo para atajar la esférica y dictaminar que si la Católica no iba a ganar, tampoco iba a tomar el vuelo a Santiago con una derrota en el equipaje.
Sanvicente, el entrenador del Caracas, trató cambiar el destino al sacar de la cancha a Figueroa y Rodrigo Prieto para colocar a Zamir Valoyes y Alejandro Guerra.
Ambos lo intentaron, pero el Caracas siguió en lo mismo. Dominaba la pelota, se acercaba al área rival y luego de eso más nada.
Católica y Caracas, con 2 y 1 punto, respectivamente, ven el grupo desde el foso. Flamengo y Universidad de Chile se perfilan para clasificar.
Le siguen faltando los goles.
Ayer el Caracas se pareció, por ratos, a los clubes venezolanos de la década de los 90', que no eran capaces de meterle un gol al arcoiris.
En otros momentos mostró esa mejora en el juego de la que se vanaglorian los sabios del fútbol nacional.
Las posibilidades clasificatorias del Caracas dependen de ganar todos los partidos restantes y esperar la combinación de otros resultados.
Les va a tocar jugar con la calculadora en una mano y el crucifijo en la otra. Aunque no es mala idea que se aferren a la segunda a ver si alguno de sus jugadores se pone la capa de superhéroe y hace los goles que añora Sanvicente.
Esos goles que debieron haber sido responsabilidad de Rodrigo Teixeira o Iván Trujillo.
Ayer el Caracas se pareció, por ratos, a los clubes venezolanos de la década de los 90', que no eran capaces de meterle un gol al arcoiris.
En otros momentos mostró esa mejora en el juego de la que se vanaglorian los sabios del fútbol nacional.
Las posibilidades clasificatorias del Caracas dependen de ganar todos los partidos restantes y esperar la combinación de otros resultados.
Les va a tocar jugar con la calculadora en una mano y el crucifijo en la otra. Aunque no es mala idea que se aferren a la segunda a ver si alguno de sus jugadores se pone la capa de superhéroe y hace los goles que añora Sanvicente.
Esos goles que debieron haber sido responsabilidad de Rodrigo Teixeira o Iván Trujillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario