En menos de 48 horas, Edwin Valero pasó de campeón mundial de boxeo a estar preso por ser el principal sospechoso de la muerte de su esposa.
Estuvo poco tiempo tras las rejas. Ayer se suicidó, ahorcándose con su ropa, en la Policía de Carabobo.
Un recluso advirtió a los guardias de ruidos extraños en la celda de Valero. Cuando llegaron era tarde, Venezuela había perdido a uno de sus campeones.
En su trayectoria deportiva recibió pocos golpes. Los más duros fueron lejos del cuadrilátero.
Desde que se hizo profesional, en 2002, tuvo un registro perfecto de 27 peleas, todas ganadas por nocaut. 18 de esos triunfos fueron antes de terminar el primer round.
Su último combate fue en Monterrey contra el mexicano Antonio DeMarco, al que noqueó en nueve asaltos.
Valero era el campeón del peso ligero del Consejo Mundial de Boxeo. Su carrera se perfilaba como una de las más destacadas de ese deporte.
Lo que detenía sus aspiraciones era que la Comisión de Boxeo de Nevada no le autorizaba a pelear en Las Vegas, por razones médicas.
Valero tiene una placa de platino en la cabeza, por un accidente de motocicleta que sufrió hace años.
Se quejó de que los motivos eran políticos, por su simpatía por el gobierno de Hugo Chávez, al que tenía tatuado en el pecho.
En más de una ocasión declaró que su deseo era combatir contra el filipino Manny Pacquiao, monarca mundial en siete divisiones.
Hechos desafortunados
Valero se registró con su esposa Jeniffer Carolina Vivas en un hotel de Valencia el sábado.
Cerca del amanecer bajó a la recepción para notificar que la había matado. Fue detenido sin oponer resistencia.
El 25 de marzo fue acusado de golpear a Vivas, quien ingresó en una clínica con un pulmón perforado y varias heridas de gravedad. El tribunal le ordenó presentarse cada 90 días y someterse a un tratamiento de desintoxicación
No era la primera acusación de violencia doméstica contra el pugilista. Anteriormente fue señalado de golpear a su hermana y a su esposa.
Hace pocas semanas declaró que era adicto a las drogas y el alcohol.
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