El show que armó Eduardo Pérez, ahora ex manager de las Águilas, con el tercera base Kenny Pérez fue una de las escenas más deprimentes que le he visto a un estratega.
Para los que no vieron el juego, en el juego del miércoles contra Magallanes. Kenny fildeó un rolling y lanzó a primera. El tiro iba sin mucha fuerza, tal vez si hubiera atacado la pelota la jugada hubiera sido out.
Creo que el corredor fue safe porque el inicialista Ernesto Mejía no hizo el compás al momento de recibir el disparo.
Eduardo Pérez se molestó. Acusó a (Kenny) Pérez de haber hecho la jugada con displincencia, y en pleno inning lo sustituyó por Mario Lisson.
La discusión entre los dos Pérez comenzó en el terreno y terminó en la cueva, ante la mirada de miles de espectadores, tanto en el estadio como por televisión.
La desesperación del manager es entendible. El equipo llevaba tres derrotas en fila y sus posibilidades de pasar a la final eran más pequeñas que la efectividad de Johan Santana.
Pero el caso del otrora receptor va más allá. Respuestas como "porque me da la gana", cuando un periodista le preguntó por qué tocó la pelota con Carlos González, demuestra que Eddie Pérez tiene actitudes como esas más seguidas.
Mi mamá siempre dice: "las cosas malas son las primeras que se aprenden". Eduardo Pérez es en los Bravos de Atlanta uno de los coach de Bobby Cox, el manager con más expulsiones en la historia de las mayores.
Algo de Cox habrá aprendido Pérez en los años que llevan juntos. Incluso una suspensión se ganó Pérez en la ronda eliminatoria por empujar a un umpire.
En ningún área de la vida, nadie, y menos en ese cargo del beisbol, que requiere "mano izquierda" para saber manejar los egos de los peloteros, se puede triunfar con una actitud como la del nativo de Ciudad Ojeda.
Demostró que le falta mucho por aprender para ser un manager exitoso, pero si algo hay que decir para defenderlo es que es imposible hacer ganar a un novena sin pitcheo y que juega mala defensa, ni Joe Torre lo consigue.
Para que Eduardo Pérez regrese a las mayores -ya estuvo como pelotero- debe aprender también las cosas buenas. Aprender a manejar el bullpen, saber cuando debe mandar a tocar, estar seguro si es adecuado traer un corredor emergente, conocer cómo tratar con la prensa y un largo etcétera de cosas.
Cuando domine esas áreas va a tener trabajo en la mejor liga del planeta a largo plazo, sino la escena del jueves en la que un club anuncia que lo despide se repetirá varias veces, y su carrera como manager será mucho más corta que la que tuvo como jugador.
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